El alma de los Niños Pintores se despide de Arousa
El legado
Desde su escuela promovió diversos intercambios culturales nacionales y culturales que le llevaron hasta la antigua Unión Soviética. Allí, los Niños Pintores conocieron el trabajo de la escuela infantil de Rostov del Don -que devolvería después la visita- y expusieron su particular visión de Valle-Inclán. Los alumnos realizaron también un tramo del Camino de Santiago y pintaron un gran mural en la plaza del Obradoiro. Pero la labor de Estanga no solo se circunscribió a su querida escuela. En estos años también dio clases en colegios y centros culturales de O Grove, San Miguel de Deiro, Rubiáns, Guillán y los Filipenses de Vilagarcía, donde dejó una huella importante. Prueba de ello es la ventana abierta hace dos años en Facebook por una ex alumna y pintora, Marta Rial Martazul, que pretendía así rendirle su particular homenaje al que fuera maestro de ella y de otros muchos. Lo que son las cosas. Hoy, Marta es profesora y está creando su propia escuela junto a su marido el pintor mexicano Augusto Metzhil.
De regreso a Venezuela
Roberto Martínez recogía ayer los bártulos del piso en el que reside en el centro de Vilagarcía para trasladarse, primero a Caracas y después, a la isla Margarita, donde pasó parte de su juventud inmortalizando al célebre poeta Luis Mariano Rivera. Pero en sus años mozos, su país le quedaba pequeño y decidió ampliar horizontes. Emprendió un periplo que le llevó a Estados Unidos y después a Europa, donde recorrió las principales plazas de la bohemia artística: París, Londres, Venencia, Roma, Múnich y Madrid. Allí, en la capital de España, deja como legado El baile de la borriquita dentro de la colección de pintura hispanoamericana. En 1980 viajó a A Coruña y de ahí recaló en Arousa, de donde ya no se marchó. Ahora inicia una nueva etapa en su tierra, donde prevé retomar su carrera artística y reencontrarse con su familia y sus recuerdos.
Bea Costa, La Voz De Galicia